lunes, 12 de mayo de 2008

Mi estrella del norte ¿?

Empiezo a escribir con un interrogante.
No es una manera habitual para empezar, pero es como me siento yo en estos momentos. No es que no sepa quién soy, si que lo sé,... pero tengo muchas dudas.

Tengo dudas sobre cómo encaminar mis pasos. Unos pasos que, si antes eran firmes, ahora son titubeantes, les falta su estrella del norte. Esa estrella que guia, acompaña y que tantas noches hemos observado. Me falta ese sonido que los acompanaba. Ese sonido son sus pasos, acompasados, sabios y siempre firmes.

Falta su mirada en la que yo me encontraba vivida y me sumergía en la felicidad compartida y que es el único aliento que en estos momentos tengo para no perderme. Intento mirarme en sus ojos y los encuentro alejados de mí. En un principio esta situación me sumía en una tristeza egoista, sólo pensaba en mí: en lo sola que me sentía, en el dolor que me arrebataba el alma y en la sensación de desasosiego que provocaba en mí. Pobre de mí, volvía en mi el egoismo, ese que nos empaña el horizonte y sólo nos devuelve más amargura y hiel.

Parece extraño como reaccionamos ante un cambio súbdito de la cotidianeidad, cuando algo no responde a nuestras espectativas. Al menos yo cambié, me volví desconfiada, susceptible por cualquier sensación que mi cerebro cegado, interpretaba como una agresión, un abandono y, evidentemente, mi respuesta era la equivocada y me sumegía más en mi propia incomprensión y me reconfortaba en mi pena y todo era más caótico.

Cómo empezar el día, como seguir en él, cómo recorrer las mismas calles recordando besos, conversaciones, miradas, su mano, su sonrisa. Sólo anhelo poder volver a él, darme toda y que se sienta reconfortado, amado, mi brújula, mi estrella, mi único anhelo en el tiempo.