viernes, 19 de diciembre de 2008

¿Eres feliz?

Sí, soy feliz al sentir su respiración. Soy feliz al oir sus pasos por el pasillo. Soy feliz cuando duerme a mi lado. Soy feliz al verle esbozar una sonrisa. Soy feliz cuando le beso la mejilla recién afeitada. Soy feliz ante todo lo cotidiano que lo envuelve. Soy feliz de poder compartir mi tiempo con él,... soy feliz al recordar.

Soy feliz al robarle una mirada, aunque él esté absorto, lejano, enmarañado en sus pensamientos en los que yo no tengo cabida, ya que me ha excluído o así lo intuyo.

domingo, 7 de septiembre de 2008

VIVIR


Muere lentamente quien no viaja,quien no lee,quien no oye música,quien no encuentra gracia en sí mismo.


Muere lentamente quien destruye su amor propio,quien no se deja ayudar.


Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito repitiendo todos los días los mismos trayectos,quien no cambia de marca,no se atreve a cambiar el color de su vestimenta o bien no conversa con quien no conoce.


Muere lentamente quien evita una pasión y su remolino de emociones,justamente estas que regresan el brillo a los ojos y restauran los corazones destrozados.


Muere lentamente quien no gira el volante cuando está infeliz con su trabajo, o su amor,quien no arriesga lo cierto ni lo incierto para ir detrás de un sueño quien no se permite, ni siquiera una vez en su vida, huir de los consejos sensatos...

¡Vive hoy!

¡Arriesga hoy!

¡Hazlo hoy!

¡No te dejes morir lentamente!

¡NO TE IMPIDAS SER FELIZ!





Pablo Neruda

viernes, 15 de agosto de 2008

Música




Estaba escuchando música, viendo pasar el tiempo a través de una ventana que sólo da cabida a un bello cielo azul.

He pasado muchas horas escuchando música viendo esa misma ventana y dejando volar la imaginación y los recuerdos. Es curioso como la música nos puede abstraer de todo, darnos una sensación de relajación y ensoñamiento y, en cambio, en otras ocasiones, nos martillea en la cabeza como si fueran hirientes puñales que no tienen ni compasión con lo recuerdos más apreciados y anhelados.

Muchas canciones han acompañado mi vida y en cada una he intentado construir mi sueño, mi trocito de felicidad inventando situaciones, monólogos, diálogos prescindiendo de todo lo real, dejándome llevar por todo lo onírico.

En mis músicas he paseado mi imaginación y, en muchas ocasiones, he encontrado un solaz de sosiego donde he retozado hasta dejar el surco del vinilo destrozado. Ahora, cuando intento escuchar retazos de mis músicas pasadas ya no me explican lo mismo, ya no me subyugan como cuando tenía mi mente abierta a un mundo lleno de inseguridad, incertidumbre, miles de cosas a descubrir. Ahora escucho otras músicas más maduras, más densas y, muchas veces, más tristes. Ello me sume en una tristeza tan profunda que deseo sólo estar rodeada de gente, tener mil cosas a hacer, releer aquel libro que en su momento me hizo sumergir en un mundo ajeno al mío y sentí un vacío al llegar a su fin, empezar mi perenne libro de agosto que nunca he empezado y aún está en mi librería esperando otro agosto,... todo, para no pensar en que a veces hemos errado en algún punto y tenemos que mirar nuestro repositorio de eventos para rescatar el punto donde perdimos el hilo del laberinto.

lunes, 12 de mayo de 2008

Mi estrella del norte ¿?

Empiezo a escribir con un interrogante.
No es una manera habitual para empezar, pero es como me siento yo en estos momentos. No es que no sepa quién soy, si que lo sé,... pero tengo muchas dudas.

Tengo dudas sobre cómo encaminar mis pasos. Unos pasos que, si antes eran firmes, ahora son titubeantes, les falta su estrella del norte. Esa estrella que guia, acompaña y que tantas noches hemos observado. Me falta ese sonido que los acompanaba. Ese sonido son sus pasos, acompasados, sabios y siempre firmes.

Falta su mirada en la que yo me encontraba vivida y me sumergía en la felicidad compartida y que es el único aliento que en estos momentos tengo para no perderme. Intento mirarme en sus ojos y los encuentro alejados de mí. En un principio esta situación me sumía en una tristeza egoista, sólo pensaba en mí: en lo sola que me sentía, en el dolor que me arrebataba el alma y en la sensación de desasosiego que provocaba en mí. Pobre de mí, volvía en mi el egoismo, ese que nos empaña el horizonte y sólo nos devuelve más amargura y hiel.

Parece extraño como reaccionamos ante un cambio súbdito de la cotidianeidad, cuando algo no responde a nuestras espectativas. Al menos yo cambié, me volví desconfiada, susceptible por cualquier sensación que mi cerebro cegado, interpretaba como una agresión, un abandono y, evidentemente, mi respuesta era la equivocada y me sumegía más en mi propia incomprensión y me reconfortaba en mi pena y todo era más caótico.

Cómo empezar el día, como seguir en él, cómo recorrer las mismas calles recordando besos, conversaciones, miradas, su mano, su sonrisa. Sólo anhelo poder volver a él, darme toda y que se sienta reconfortado, amado, mi brújula, mi estrella, mi único anhelo en el tiempo.